¿Dónde?

Que cómodo es sentarse a escribir cuando no tengo nada más que hacer. En serio que me gusta. A veces podría ser un placer mundano. Es como un idilio, un pequeño momento en que puedo ser yo mismo, en que puedo expresar lo que, pues, siento.

Pero entonces despierto a la realidad, en la que lo que escribo puede no importarle a nadie en realidad. Veo, oigo, siento. Estoicamente observo las imágenes frente a mi, reverberan en mis oídos ante las noticias, tiemblan todas las células de mi cuerpo al sentirlo.

¿Será que este mundo está perdido?

¿Será que nuestra especie está condenada?

No sé. Quizá sí. Nos gritamos, herimos, robamos, timamos, decepcionamos, mentimos, despreciamos, ignoramos,

odiamos.

A veces creo que es porque ni nosotros nos soportamos. A veces yo no me soporto. Y ese odio hacia nosotros mismos se extiende e irradia a otros, lastimándonos aún más.

Yo odio odiar.

Muchos odian. Ojalá odiaran odiar como yo.

Y el verbo pierde sentido, se vuelve cacofonía.

Y escribir... ese sueño idílico...

...se transforma en cruda realidad...

¿Y dónde quedo yo?

Mindless thoughts...