Sunday, February 22, 2009

Tan sólo un sueño.

Tuve un sueño de lo más extraño. Aún más raro es que en realidad fueron 4, el primero vívido, intenso y extremadamente inusual para mí, que aquí narro en la medida que mi memoria atrofiada me permite, el segundo más bien de acción y el tercero muy vago, siendo el último el que ya no recuerdo, pero sé bien que existió al menos en mi mente.

Sea pues dicho que el primero comenzó en el presente, donde tantas cosas pasan y tantas personas transitan; ahí estaba yo, en la supuesta casa de mis papás que aparentementemente estaban en las etapas finales de edificación; amplia, con un patio bastante decente, apenas terminando la construcción de la segunda planta, con paredes grises y las marcas características del cemento hace poco colocado... recuerdo ser feliz, porque alguien nuevo que estaba en mi vida (...tú...) lo seguía estando, y creía que finalmente todo iba a salir bien, que todavía había mucho por venir. Recuerdo pues, haber estado en tu compañía, haber estado conviviendo hasta entrada la noche, sentados viendo hacia el ventanal que daba a la espesa, pero estrellada noche de algún paraje que ahora desconozco.

Despertando al otro día, ví las cosas un poco cambiadas de como las recordaba de la noche anterior. Si bien la disposición del asiento y del ventanal a un cielo ahora azul profundo eran las mismas, ahora se veía otro color en las paredes, del cual tengo sensación, más no certeza, que era verde olivo brillante, con toques finos de maderas elegantes; una duela bien cuidada, retratos cuyas caras ahora olvido, diversos objetos que hacían perfecta armonía con la tranquila elegancia del cuarto donde yo me encontraba (recuerdo haber incluso pensado, ¿no es acaso más grande de lo que yo recuerdo?).

Aquí se vuelve un poco borroso; sé que salí del cuarto, para encontrarme contigo en algún lugar de aquel fantástico lugar, y después ir a desayunar. Recuerdo que sentía confusión, porque yo me sabía en la casa de mis papás y ahora todo parecía diferente, si bien no extraño. Nos sentamos a desayunar, tú a mi lado o enfrente, pero lo suficientemente cerca para ver tu sonrisa divertida y traviesa... cuando por alguna razón, probablemente pronunciada por tí, me di cuenta que no estaba más en la casa en construcción, sino en algún pintoresco lugar de Europa... sí, ¡Europa! Algo de mi inconsciente sin duda, aunque parezca cliché y de poca monta, pero siempre he querido conocer con alguien como los rincones de un continente antiguo y tan diferente al nuestro.

Entonces fue cuando me pegó. Empecé a preguntar que cómo es que habíamos llegado a ese lugar en tan sólo una noche, si acabábamos de quedarnos sumidos en sueño profundo acompañado del leve sopor provocado por el incipiente verano de nuestra ciudad. Creo recordar que no me creías. Reías como acostumbras hacerlo, relajada pero sinceramente, como si estuviéramos bromeando tal y como siempre lo hacemos. ¿Lo hacemos?. Pero algo pasó, el mesero dejó algo en la mesa, algo que se supone yo debería saber, y que hasta yo sabía que debería saber... pero no. Entonces tu semblante cambió, viste mi mirada perdida por la confusión, viste que no estaba jugando... De tu boca salió que ya llevábamos algún tiempo ahí, y fue entonces cuando por algún motivo, recuerdo que dijiste que ya habían pasado 4 (cuatro, four, vier, quattre... etc.) años de esa vez en la casa de mis papás. Recuerdo haber sentido una emoción intensa, como una centella de felicidad... para ser derrepente y definitivamente opacada por otra, mucho más fuerte y desesperanzadora... ¿cuatro años dices?... los ojos se me llenaron de lágrimas... sin duda era feliz contigo, cuatro años... pero... ¿por qué estoy aquí?, ¿por qué estamos aquí? ¿Es que acaso me he perdido esos cuatro años y apenas voy despertando a la realidad?, ¿qué pasó? Lloro profundamente, porque duele pensar, duele saber que soy feliz, que estoy contigo, que estamos aquí, que te veo, que me abrazas, que me reconfortas, que lloras conmigo al enterarme que no sé qué ha pasado en estos cuatro años, ¿cómo te conquisté?, ¿cómo me conquistaste?, nuestro primer día, nuestro primer mes, nuestro primer año, tú y yo, yo y tú... haberme perdido de todo, sabiendo aún que soy feliz en este momento porque estamos, porque somos... soy feliz, pero ¿qué pasó?, ¿cómo pasó?... me abrazas mientras lloro, tratas tan suavemente y a tu manera de tranquilizarme, limpias las lágrimas de mi cara con suavidad, recuerdo tu aroma... en parte por la felicidad, en parte por la tristeza de no saber... me gusta ese abrazo, me gustas tú, me gusta todo... menos no saber.

Entonces desperté, y de verdad que es la primera vez que despierto de un sueño con tantas emociones mezcladas, de saber que te soñé, que estábamos juntos y felices... después de tanto tiempo. Jadeaba, estaba cansado, contento y triste a la vez. Sólo un sueño. Fue tan sólo un sueño, menos mal. Fue tan sólo un sueño... no quería despertar.

Ahora que estoy despierto y más cuerdo, entiendo por qué estaba triste. Porque es algo que quiero vivir... algo que quiero vivir contigo, y que sin duda me toca a mí lograrlo (bueno, en lo que se refiere a mi parte). Espero con todo mi corazón que así sea... que estemos desayunando en algún momento dentro de 4 años, que recuerde este sueño, y con un suspiro lejano y una sonrisa nostálgica me preguntes con esa voz paciente y firme, ¿qué pasó?... para que yo conteste con una sonrisa de sincera felicidad... jajaja... nada, sólo que te soñé. :)

0 Comments:

Post a Comment

<< Home