Wednesday, January 03, 2007

Sonidos.

Afuera llueve ligeramente. Lluvia moja pendejos le llaman.

El sol se esconde detrás de lo que aparentan ser nubes gruesas y tormentosas. Aunque no creo que lo sean. Les gusta ponerse grises y gordotas para infundir miedo en el mortal común. Pero no han de ser más que unas flacuchas escuálidas con baja autoestima. Si fueran tan malas no dejarían pasar ni un rayo de sol. Pero hay luz ¿no?

Mientras se oyen los carros pasar con algo de prisa por la avenida húmeda mi mente empieza a preguntarse, a ser curiosa. ¿Qué pasa con todos los sonidos que se escuchan? El ruido de un motor, coches y coches sin fin. Una plática lejana, un televisor encendido, pasos acelerados que quizá buscan alejarse del tropel de soldados que caen inexorablemente del cielo, mojando pendejos.

Una llamada lejana, combinado con el incesar tic toc de un teclado que por descuido propio y que por otras circunstancias impuestas por el destino casi no escribió cosas como estas, pequeñas divagaciones acerca de la nada en absoluto. A veces es complejo (...vaya que lo es...) perder tiempo así.

Pensando sin pensar, escuchando simplemente oyendo. La contradicción se hace presente y bum, como si nunca se hubiera ido. Se sigue oyendo la conversación. Tal vez debería acercarme más y poder emitir un juicio también. No sé. Probablemente no sea mi asunto.

Lo más penetrante es precisamente, el bello sonido del silencio que permanece intacto en lo más profundo de mi conciencia. Tal vez es ese sonido el que me permite apreciar con tanta precisión que es lo que está ocurriendo a mi alrededor.

Unas llaves revolotean afuera. Tal vez están suplicando porque no quieren salir a mojarse, porque corren el riesgo de oxidarse. Pero que no sean chillonas, a todo mundo le puede pasar. Numerosos comienzan a atravesar mi mente mientras la sirena de una ambulancia se oye pasar a toda prisa a lo lejos... casi inmediatamente una patrulla. Algo ha de haber pasado en algún lugar. Siempre pasa. Hay quienes apachurran catarinas sin querer, o hay quienes cruzan la calle sin fijarse.

Hay quienes no le hayan sentido a la vida, hay quienes rebosan de felicidad. Como aquel niño que reía aquella vez.

Así es la vida, con sus nubes con baja autoestima, el tropel que cae en picada desde el cielo, y los miles y miles de pe...rsonas que estamos debajo, tan sólo existiendo, sintiendo... oyendo.

Mindless thougths...

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