Wednesday, January 11, 2006

Cuento Urbano.

Cuando caminaba pensando en nada, algo muy peculiar pasó frente a mis ojos.
Mientras el sol baja danzando en el horizonte, un señor sobrada y desparramadamente alimentado, bajando de un bellísimo BMW azul, convertible por cierto. Anillo de matrimonio al dedo, cuya mano sostenía (...para variar...) un Subway grande a medio comer, que ensuciaba una papada frondosa, rodeada por una gran cadena dorada. El traje carísimo y la corbata de seda temiendo por sucumbir ante el oloroso vinagre y la amarilla mostaza que escurren traviesamente.
Con la vista levantada, se ve el panorama. Curioso lugar para tanta opulencia, junto al paradero de un camión, al lado de una congestionada avenida y en medio de algo de inmundicia. Cerca una viejita mendigando, un poco más allá obreros (...que todo mi respeto merecen...) esperando el camión de regreso a casa, y una que otra chica malintencionada. El tráfico que no cesa, luces que marean, ruido estridente.
El señor pasa cubriéndose la nariz tras los obreros, levantando gallarda e indiferentemente la opulenta papada enfrente de la viejita mientras dirije la vista al puesto de revistas a punto de cerrar. Discretamente platica con el expendedor, quien le da un paquete delgado, oscuro como la noche que ahora envuelve casi por completo. Ahora su saco lo cubre, mientras el Sub va a un poco menos de la mitad.
Apurado el hombre por regresar a su valioso carruaje, tropieza con la pobre ancianita tirando en un charco pestilente el también aromático emparedado. Sin importarle más que nadie vea lo que esconde, con la mirada tiesa y el semblante pálido corre con sus carnes al auto, subiéndose y arrancando estrepitosamente. Y yo ahí, viendo todo.
Entonces,
¿Qué hacer?
¿Qué decir?
¿Qué pensar?
Y lo único que atiné a balbucear fue:
la sociedad
es una suciedad
que no tiene saciedad.
Mindless thoughts...

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